sábado, 29 de septiembre de 2007

El hijo pródigo que nunca volvió


Quote: "Cachorro ayer, hoy soy león. Ahora la ley la marco yo."


Moraleja: Cada uno tiene lo que se merece


El estaba un poco harto. El cansancio hacía mella en el. Siempre tenía que escucharle, siempre tenía que callar...y entender. Pero ya estaba bien.

Le decía cómo dirigir su vida, le aconsejaba sobre cómo dar el siguiente paso en el largo camino. Le insultaba, le despreciaba. Daba igual lo que hiciera, sabía de antemano que no le gustaría.


--Todo el mundo es así, todo el mundo alberga ciertas esperanzas depositadas en los demás. Configuramos nuestras vidas en base a lo que los demás esperan de nosotros. No sufras, no sufras. Siempre ha sido así, siempre lo será.--


No quedaba más remedio que romper. No sería facil, ni rápido. Poco a poco dejó de escucharle, poco a poco dejó de entenderle. Como perdiendo aquello que tantos años hemos guardado, la relación se iba convirtiendo en arena, que caía inevitablemente en la parte baja del reloj, se escapaba de entre los dedos, se desdibujaba. Y así, cada vez con más fuerza y argumentos cortó toda posible unión que hubiera habido...


--No puedes hacer eso. Es imposible que elimines tantos años de convivencia y sentimiento. Es tu sangre, por el amor de dios, es tu sangre.--


Años después volvió a tener noticias de el. Por supuesto, en la misma linea que había mantenido durante toda la vida: malas noticias. Se estaba muriendo. No pasaría de ese mes. Tres semanas, como mucho.

-"¿Porqué me has llamado?"

-"Se esta muriendo, tu padre se muere"

-"Eso ya lo he escuchado la primera vez"

-"Quiere verte,joder. Es tu padre,te ha dado la vida"

-"No veo qué dificultad entraña eso. Lo dificil viene después. Después en donde se demuestra de que estamos hechos. Y yo ya he visto suficiente. No vuelvas a llamarme."


Colgó el teléfono, lo apagó y lo tiró a la basura más cercana. Se podía comprar otro, eso era lo de menos.Lo que contaba era la satisfacción de saber que ahora él marcaba las reglas del juego. Un último rezo, amen.


--Murió dos días después, sin volver a verle, como había pedido, y con la sensación de que cada uno muere como se merece--

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Su ilustre señoría

Madrid, Madrid, Spain